Dos cartas con amor y razones

La Semana Santa pasada, alquilamos una casa en San Mateo de Alajuela. El clima es cálido. Las tardes son lánguidas. La vida del pueblo es pausada y dulce. El silencio rural invita al sosiego. Una tarde, yo reposaba en uno de los asientos del parque cuando se me acercó un abuelo y me dijo Usted no es de aquí, ¿Verdad? No señor. Le respondí. Perdone que le cuente esto, pero tengo hijos y nietos y entre dos de ellos hubo un intercambio de cartas que me gustaría compartir. Y me extendió esta carta escrita por su nieto.

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